Reseña de El cocinero de Indias
Existen vidas que permiten conocer la historia con mayúsculas. El azar, quizás un detalle, convierte en protagonistas a los dueños de aquellas vidas. Es el caso de Mato Alegre, El cocinero de Indias.
Para empezar, las cosas claras. Porque Mato Alegre era un joven esclavo mulato. ¿Qué le diferenciaba de otros? Su profesión: cocinero del notario de Madrid Gonzalo Fernández de Oviedo. Pero su destino pasaba por embarcarse en la Gran Armada de Castilla del Oro junto a otro millar de personas. El destino, la tierra de promisión del Darién. De dicho lugar se decía que las pepitas doradas podían pescarse sin esfuerzo con simples redes de río.
Lo mejor de la historia, como siempre, el final: sesenta años más tarde, en la ciudad de Santo Domingo, Mato Alegre decide redactar sus memorias. Las de un cocinero anciano ya libre e inmensamente rico.
¿Y en entre su partida de Sanlúcar de Barrameda el 11 de junio de 1554 y ese final que te acabamos de contar? Pedro Ángel Plasencia te invita a viajar por una de las épocas más fascinantes de nuestra historia, la de los conquistadores. Porque Mato Alegre, en compañía de su señor, el notario, conocerá a grandes personajes a un lado y a otro del océano.
Conquistadores como Pizarro, Francisco de Orellana o Núñez de Balboa; Paquiaco, el hijo del cacique Comogre, la princesa Anayansi, el líder taíno Enriquillo; el historiador Bernal Díaz del Castillo, Fray Gaspar de Carvajal o el brujo peruano Antay y el alcalde de Lima don Diego de Ribera…
Personajes y personajes, todos ellos protagonistas en mayor o menor medida de las décadas de colonización española de América que abarcan desde los últimos años de Fernando, el Rey Católico, hasta las postrimerías del reinado de Felipe II. En definitiva, la historia de un cocinero al que su ingenio y dotes le harán vencer a todo tipo de dificultades. Pues eso es, ni más ni menos, que la historia de El cocinero de Indias.
