Samaria Márquez Jaramillo
Desde pequeña quiso ser escritora profesional. Tuvo que aplazar su vocación y escribir «de oído», pero consiguió una posición en la literatura. En su caja de las esperanzas permanecen un buen montón de cuentos, dos novelas pendientes de publicación y relatos, ¡montón que no deja de crecer!, así como cuatro ejemplares de novelas ya publicadas. Acude a la narración en primera persona porque no es lo mismo decir que se sabe o se vio, que afirmar que se sintió y sufrió. Cree en Dios, en sus semejantes, en sus dos hijos, en su nieto, en su esposo, en su familia, en el futuro, en la humanidad, en la vida, en su país… y sabe que más tarde o más temprano encontrará el camino que la sacará del desconcierto actual: Necesita creer. Ha vivido. Ha buscado, sufrido, creído, dudado y ha ¡amado!
Descripción
Los nietos del exilio
«La historia es una morgue donde sólo hay cadáveres, cubiertos por la ingratitud de los sobrevivientes, mientras que los beneficiados o afectados por las inmolaciones, tanto unos como otros saben que lo ocurrido sólo puede ser modificado mediante un proceso semejante al digestivo», pregonaba Domenech Corona i Puig, un catalán atormentado, intelectual de izquierda, que en 1937 es encarcelado por los del Ejército Republicano, los mismos a los que defendía.
Deborah Colvert, secuela de mestizaje, bisnieta por línea paterna de judía fiel a Yhavé, y por parte de madre de promiscua descendiente de esclavos africanos, es la encargada de finalizar la novela y reflexiona: Soy una mujer que será. No leen un error gramatical. Me es imposible decir que soy una mujer que fui y resultará totalmente mentiroso decir que acontezco en una mujer que es.
Los Nietos del exilio entronizan en sus vidas unos particulares héroes: Javier Bueno Bueno, considerado el mejor periodista del Siglo XX, asesinado por las huestes del dictador Franco y Antonio Beltrán, el Esquinazau, miliciano maltratado por la ingratitud republicana.
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